Cómo afecta el Estrés a Nuestro Cuerpo

 


Todos los seres humanos estamos sometidos al estrés. Muchos problemas de salud están relacionados con este trastorno. No obstante, no todo lo que tiene que ver con el estrés es perjudicial para nuestro bienestar.

En algunas ocasiones el estrés puede ser útil para incrementar el estado de alerta, por ejemplo, si estamos en peligro; para aumentar la memoria y la eficiencia. Hay muchos individuos que están expuestos de manera crónica al estrés lo cual puede afectar negativamente tanto su salud física como mental.

Enfermedades relacionadas con el estrés 

Los problemas de salud vinculados al estrés incluyen: 


  • Asma.
  • Depresión.
  • Obesidad.
  • Ansiedad.
  • Fatiga crónica.
  • Angina de pecho e infarto al corazón.
  • Hipertensión arterial.
  • Trastornos del sistema inmunológico que incrementan el riesgo de contraer infecciones, enfermedades virales, incluidos el resfriado común y el herpes.


El estrés puede afectar a nuestra piel, provocando erupciones, urticaria y eczema (enrojecimiento). A nivel del aparato digestivo, el estrés puede provocar enfermedad por reflujo gastroesofágico, úlcera estomacal y gastritis, síndrome de intestino irritable y colitis ulcerosa. 


Mecanismo de acción del estrés

Cuando nos enfrentamos a una amenaza o a un factor estresante repentino, nuestro cuerpo toma una acción de lucha o huida, liberando algunas sustancias u hormonas como la adrenalina y el cortisol. Estas hormonas hacen que el corazón incremente el número de sus latidos, que se eleve la presión arterial y que aumente la glucosa (azúcar) en la sangre. Una vez que se ha superado la situación de amenaza, los sistemas corporales vuelven a la normalidad. 


Sistema nervioso

El estrés puede contribuir a la aparición del insomnio o al empeoramiento de éste. Además, puede afectar las emociones, el estado de ánimo, el comportamiento y conducir a una aceleración de la progresión en la enfermedad de Parkinson (aunque se necesitan más estudios para comprobarlo). Otros trastornos incluyen: dolor de cabeza, mareos, y ansiedad. 


Sistema osteomuscular

Los músculos son sometidos a una fuerte tensión cuando nuestro cuerpo está bajo estrés. La cefalea (dolor de cabeza) tensional, las migrañas y otros trastornos musculoesqueléticos (dolor de cuello y espalda) pueden originarse cuando los músculos están contraídos o tensionados durante mucho tiempo. 


Aparato respiratorio

Cuando una persona está sometida al estrés puede respirar con más dificultad. La respiración acelerada puede provocar hiperventilación (respiración rápida y profunda) y además puede desencadenar ataques de pánico en ciertas personas. En pacientes con asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica, por ejemplo, el estrés puede empeorar sus molestias. 


Aparato cardiovascular

Estar en una situación de estrés puede incrementar la frecuencia cardíaca y hacer que el corazón trabaje más. Los vasos sanguíneos se ensanchan para aumentar el suministro de sangre al corazón y a los músculos. Esto puede hacer que se incremente la presión arterial, por lo que un estrés de tipo crónico puede aumentar el riesgo de padecer hipertensión arterial, un accidente cerebrovascular , o desencadenar un infarto al corazón


Sistema endócrino

Las glándulas suprarrenales (situadas encima de los riñones) liberan sustancias como el cortisol y la adrenalina, que son las llamadas hormonas del estrés que nos permiten actuar de manera rápida en una situación de peligro o amenaza. El hígado produce más glucosa (azúcar) cuando se liberan el cortisol y la adrenalina, proporcionando de esta manera, la energía necesaria para hacer frente a una verdadera emergencia de lucha o huida. 


Aparato digestivo

A nivel del tubo digestivo el estrés puede incrementar la secreción de ácido gástrico lo cual puede producir acidez o reflujo. Además, se pueden presentar molestias como náuseas o dolor abdominal. También se puede afectar la digestión y desencadenarse cuadros de diarrea o estreñimiento. La función de absorción de los nutrientes también puede disminuir en situación de estrés crónico. En personas que padecen de síndrome de intestino irritable (colitis) el estrés puede incrementar de forma significativa sus molestias. 


Aparato reproductor femenino

El estrés podría hacer que los ciclos menstruales sean irregulares o que se detengan. Además, los ciclos menstruales podrían volverse más dolorosos (dismenorrea), y también el estrés puede disminuir el deseo sexual. En mujeres embarazadas, el estrés puede afectar de manera negativa al feto, incrementando el riesgo de padecer depresión y ansiedad, durante la gestación, así como, después del parto, trastornando la relación madre-hijo, perjudicando de esta forma, el desarrollo del niño. 


Aparato reproductor masculino

En los varones, el exceso de cortisol producido bajo condiciones de estrés, puede afectar la producción de testosterona y espermatozoides, lo cual puede desencadenar disfunción eréctil e infertilidad. 


Sistema inmunológico

El cortisol producido por las glándulas suprarrenales, regula el sistema inmune, adaptándolo ante una situación de estrés, y de esta manera, permita que reaccionemos de mejor manera en circunstancias de peligro o amenaza. Sin embargo, en el estrés de carácter crónico, las hormonas como el cortisol van a disminuir nuestras defensas, exponiéndonos al riesgo de sufrir infecciones por agentes patógenos, ya que nuestro sistema inmunológico se va a encontrar debilitado. 

 

Es debido a esto que las personas con estrés son más propensas a contraer infecciones virales como el resfriado común, de las cuales tardarán más tiempo en recuperarse que en una persona sin estrés.

En general algunos de los signos y síntomas más comunes del estrés incluyen: 


  • Dolor de cabeza y contracción o dolor de la mandíbula
  • Apretar o rechinar los dientes
  • Tartamudeo o alteración del habla
  • Temblor de labios y manos
  • Dolores de espalda, cuello o espasmos musculares
  • Mareos o lipotimia (desmayo)
  • Zumbidos en los oídos
  • Sudoración y rubor
  • Boca seca o trastornos de la salivación
  • Ataques de alergia frecuentes o inexplicables
  • Eructos frecuentes y flatulencias
  • Ataques repentinos de pánico o de sentirse amenazado
  • Dolor en el pecho, palpitaciones, pulso rápido
  • Incremento de la frecuencia urinaria
  • Sentimientos de culpabilidad, preocupaciones o ansiedad
  • Comportamiento hostil, crisis de ira, o frustración
  • Insomnio, sueño alterado o pesadillas
  • Dificultad para la concentración, pensamiento acelerado
  • Problemas de aprendizaje
  • Confusión, olvido o desorganización
  • Dificultad para tomar decisiones
  • Sentirse sobrecargado o abrumado
  • Llanto frecuente o ideas de suicidio
  • Sentimientos de soledad o de inutilidad
  • Poco interés en la apariencia personal o en la puntualidad
  • Hábitos de nerviosismo o de movimiento constante de los pies
  • Reacción exagerada a pequeñas molestias
  • Incremento en el número de accidentes menores
  • Conducta obsesiva o compulsiva
  • Disminución de la eficiencia en el trabajo o la productividad
  • Excusas o mentiras para justificar el poco deseo de trabajar
  • Estar siempre a la defensiva
  • Trastornos en la comunicación y la socialización
  • Aislamiento social
  • Quejas constantes de sentirse cansado, débil o fatigado
  • Uso frecuente de medicinas que no requieren prescripción médica
  • Pérdida o ganancia de peso, muchas veces no relacionados con la dieta
  • Incremento del consumo de alcohol, cigarrillo o uso de drogas ilícitas
  • Compulsión por las compras o los juegos de azar


Dr. William Bonifaz B.

Referencias

















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